Reseña El día que se perdió la cordura
Por: Edición Original.
FICHA TÉCNICA
Título: El día que se perdió la cordura
Autor: Javier Castillo
Editorial: Suma de letras
Año: 2017
Género: Suspense
Páginas: 450
ISBN: 978-84-8365-905-2
ARGUMENTO
En plena ciudad de Boston, el día 24 de diciembre aparece un hombre caminando desnudo, cubierto de sangre y con la cabeza de una mujer en la mano.
El hombre es internado y el doctor Jenkins se encargará de evaluar su estado.
Stella Hyden es la agente de perfiles del FBI elegida para investigar el macabro caso que ha conmocionado a la ciudad.
El recluso decidirá revelar los hechos paso a paso, en medio de una trama llena de sorpresas. Los secretos y los motivos que esconde no dejarán indiferente a Stella, que sin pensarlo mucho, se jugará su carrera por hacer lo que le dicta el corazón.
RESEÑA EL DÍA QUE SE PERDIÓ LA CORDURA
Está claro, hace ya unos cuantos libros que las tramas de desaparición o secuestro de una chica joven están a la orden del día. ¿Cuál sería la clave para diferenciarse entre tanta opción? Evidente. Originalidad. Sólo eso puede hacer que decidas leer otro libro de esas características. La gran pregunta: ¿Cumple ese requisito El día que se perdió la cordura Pues más que cumplirlo, lo rebasa, lo destroza. Crea su propio universo y te desarma.
Vayamos con los personajes de tan peculiar historia. Son pocos, pero bien cocidos. Horneados a fuego lento y bien doraditos. Ninguno de ellos se salva del drama o la tragedia. Que gracia tiene un personaje feliz sin pasado? Ninguna.
El aparente psicópata que abre la historia es sin duda el mago de la novela. Capaz de llevarte por la duda, el misterio e hipnotizarte sin remisión. Un tipo al margen de todo, al que sólo le mueve un motivo, y hará lo que sea por ello. El motivo? No seré yo el que lo revele. Pero da igual, te enamorarás de él en cuanto lo veas aparecer con la cabeza cortada de una mujer la mano.
La agente Stella Hyden, no llega a tener el magnetismo del psicópata pero se acopla bien con él. Unirán sus fuerzas de tal manera, que habrá ocasiones en que el equipo formado por ambos parezca un sólo personaje.
Como digo no es novela coral. La regla de menos es más, aquí se cumple a la perfección. Otros personajes como el doctor Jenkins o Laura no te dejarán tampoco indiferente.
La historia se mueve en varios tiempos, en 1996 y 2013, ambos con una localización principal en común, Salt Lake, un pequeño pueblo turístico (inventado para la ocasión) muy al estilo de Nueva Orleans. Hay capítulos narrados en primera persona y tercera persona. Y eso gusta, deja ver más cosas que la tercera persona no sabe.
A ver, que levante la mano quién no ha leído alguna vez un libro que arrancó de forma brutal y perdió fuerza página tras página. Lo sabía! Pues en El día que se perdió la cordura, después de ese potente inicio, Javier Castillo no va a permitir que su creación se quede ahí y juega con misterios, incertidumbres, miedos y relaciones que hacen que la novela vaya aumentando de intensidad. Aprovechando bien esos recursos la historia se llena de acción. Vamos, que resulta complicado aburrirte y más complicado aún dejar de leer.
Cuando un libro me está generando pasión mientras lo leo, me invade el miedo de llegar al final, no porque se termine sino por cómo terminará. Había leído por ahí que el final dejaba que desear. Mi incertidumbre crecía.
Leída la última página, respiré y disfruté. Aunque se trata de un buen desenlace, lo que ocurre es que la historia y el desarrollo de la misma es tan bueno que cualquier final “creíble y coherente” paga su castigo.
Teniendo en cuenta todo esto, me gustaría poder decirle algo a su autor: “Señor Castillo (educación ante todo), ahora que he descubierto que abandona los números para dedicarse a las letras. Sabia decisión. Me pregunto si hay algo a la vista. ¿Tengo que esperar mucho para poder volver a leerle a usted? Por favor manifiéstese. Dispare. Sin miedo.”
Bromas a parte, no me quiero ir sin decir que El día que se perdió la cordura es una fantástica novela de suspense, llena de acción y misterio. Entramados poderosos y bien construidos. Puedes apreciar en Amazon la cantidad de críticas positivas que tiene (también tiene sus retractores), aún así, sorprende, porque te hace disfrutar del género y lo pasas de miedo con ella. No lo dudes y lánzate, me lo agradecerás. Y si no te gusta, dímelo, échame a mi la culpa por leerla. Te dejaré apretar el gatillo.
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1 comentario
Javier Castillo, el autor de este crimen, consigue lo que muy poca gente es capaz de hacer: convertir una idea que suena bien en abono para los prados.
Los personajes son planos, vacíos y con una inteligencia que roza la idiocia por muy FBI que pretende meter el autor (imagino que para darle un toque glamuroso a su libro ha decidido poner como escenario lugares que el autor no ha pisado en su vida en un ejercicio de documentación similar al de un niño de primaria).
Los diálogos son absurdos hasta el infinito y ni qué decir sobre el completo desconocimiento de este señor acerca de las enfermedades mentales o el funcionamiento de los centros psiquiátricos.
También me ha llamado la atención el poco aprecio que este autor ha demostrado por la sintaxis y los signos de puntuación.
En resumen: el día que se perdió la locura (y la vergüenza) fue el día que se publicó este relato.