Reseña El hombre de tiza
Argumento
En 1996 un grupo de niños preadolescentes descubrieron el cuerpo de una chica que había sido asesinada de forma despiadada.
Eso les marcaría a todos de por vida.
Treinta años después, alguien quiere remover ese pasado. Cada uno de ellos recibirá una carta con referencias al juego que les llevó a desenterrar el cuerpo de la chica.
Ahora, uno de ellos ha fallecido. ¿Quién quiere volver a hacerles vivir esta tragedia?
RESEÑA EL HOMBRE DE TIZA
C. J. Tudor llega a asustar, pero no precisamente de miedo, sino de decepción. La narración contada en primera persona, no dejando muy claro si el lenguaje infantil que se utiliza, sobre todo al inicio, pertenece a un niño de doce años o a un señor de cuarenta y dos, junto con algunas torpezas cronológicas, hunden la esperanza de poder levantar la novela.
Sin embargo, El hombre de tiza goza de buenos argumentos, interesantes golpes de efecto y una trama sórdida muy atractiva. Lo malo es que Tudor no consigue poner en marcha, como Dios manda, toda esta maquinaria hasta la mitad de la novela. Si la pregunta es: ¿merece la pena aguantar casi media novela para ser testigos de sus habilidades? La respuesta no es otra que, sí, sí y cien veces sí.
Utilizando la socorrida pandilla de niños preadolescentes ochenteros e intercalándola con la vida gris de uno de ellos en la actualidad, poco a poco va consiguiendo engancharte a su historia. A pesar incluso de que Ed, su personaje principal y narrador, le cueste hacer migas con el lector. Seguramente por no ofrecernos en bandeja de plata su alma. Será necesario llegar a la última página para rendirle verdadera admiración.
Tudor llega a dar muestras de saber encontrar las palabras justas para enredarte, creando estupor e intriga al más puro estilo Hitchcock, tan de moda siempre. Pero no se olvida tampoco de Stephen King, del que bebe bastante para esbozar ese mundo infantil y siniestro.
Y es que El hombre de tiza rezuma melancolía. Añoranza de la niñez donde todo es aventura y los problemas generalmente duran uno o dos días, frente a las consecuencias de una vida adulta imperfecta, aburrida y desgraciada. Sin valor para asumir riesgos y resignándose a la desidia.
El necio es atrevido y el sabio comedido.
A pesar de tardar un pelín en engancharte, cuando lo hace, te atraviesa con sus dientes y se agarra a ti como un sanguinario perro de presa. Incluso cuando crees que todo ha terminado y la sangre ha dejado de correr, ella disfruta con un desenlace muy cinematográfico teñido de un rojo intenso.
Es capaz de ir ofreciendo cabos sueltos durante toda la trama para que intentes cerrarlos. Pero olvídalo, tampoco te dará mucha tregua para recrearte en uno cuando ya te presenta otro. Tudor es hábil para describir a quemarropa desgracias sin necesidad de prolegómenos. Sin anestesia.
En resumen, El hombre de tiza es una conmovedora y a la vez macabra historia de suspense. Siniestros personajes, feriantes escenarios y preguntas que merecen respuestas después de treinta años. Una lectura que arrolla y fascina a partes iguales. Sería una torpeza no leerla.
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