Reseña Triángulo de espías
Por: MANUEL C. DÍAZ,
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FICHA TÉCNICA
Título: Triángulo de Espías
Autor: H.L. Guerra
Editorial: Verbum
Año: 2016
Género: Novela Negra
Páginas: 482
ISBN: 9788490744116
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ARGUMENTO
El misterioso asesinato de una joven rusa en Estocolmo dispara la alerta operativa de la Säpo (la Policía de Seguridad, Contraespionaje y Antiterrorismo de Suecia), que inmediatamente trata de tender una cortina de humo en torno al crimen.
El oficial de Contrainteligencia de la Säpo, Stig Bohman, ha sido encargado por su gobierno de entorpecer la labor de los policías al frente del caso: el comisario Gunnar Jansson y su asistente, Anna Palmqvist. La intriga que mueve a los policías suecos es que la chica —que según los medios no era más que una prostituta de Europa del Este muerta por sobredosis— es en realidad la hija de un coronel cubano dispuesto a desertar y a vender información altamente secreta a los norteamericanos a cambio de asilo político. A partir de aquí, se desata una intensa trama de lealtades y deslealtades. Las vacilaciones y dudas de los gobiernos sueco y norteamericano acrecientan el tenso desarrollo de la acción.
Los suecos porque no desean verse implicados en un oscuro asunto de espionaje internacional, y los norteamericanos porque no quieren enturbiar el inminente restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba. Pero Jansson, un policía poco convencional y no muy dado a obedecer las órdenes de sus superiores, prosigue por su cuenta con la investigación y se reúne con el ex agente de la CIA Javier Puig. Juntos elaborarán un plan y colaborarán con la CIA no solo para encontrar a los asesinos de la joven rusa, sino también para exfiltrar al desertor antes de que sea atrapado por las autoridades cubanas.
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RESEÑA TRIÁNGULO DE ESPÍAS
La novela de espionaje, como género literario, surgió a comienzos del siglo XX. Hay quienes consideran que Enigma de las arenas, de Robert Erskine Childers, publicada en 1903, fue la primera de ellas. Le siguieron otras, como El agente secreto, de Joseph Conrad, en 1907, y Los treinta y nueve escalones, de John Buchan, escrita en 1915. Sin embargo, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial —y más aún con la llegada de la Guerra Fría— que el género verdaderamente despegó. Y lo hizo de la mano de John Le Carré, un ex agente de la inteligencia británica convertido en novelista que, utilizando sus experiencias como interrogador de desertores para el M-15 inglés, escribió El espía que surgió del frío (1965), quizás la más clásica de todas.
En aquellas novelas, tanto en las de Le Carré, como en las de Iam Fleming y Tom Clancy, los espías siempre pertenecían al M-16, a la CIA y a la KGB. Ninguno era miembro de la Dirección General de Inteligencia de Cuba. Quizás haya sido porque ninguno de esos escritores pensó que un espía cubano, nacido y criado en el barrio de Jesús María, pudiese ser un personaje literario creíble. Así, mientras ellos seguían escribiendo novelas cuyos protagonistas eran espías ingleses y americanos, el escritor Humberto López Guerra publicaba su primera novela de espionaje, El traidor de Praga (Verbun, 2012), en la que sus personajes principales eran espías cubanos. Uno de ellos, Mario Paredes, era un agente de la inteligencia cubana destacado en Praga; el otro era Javier Puig, un cubano-americano miembro de la C.I.A. que ayuda a Paredes a desertar.
Después del éxito alcanzado con aquella primera novela, López Guerra regresa ahora con Triángulo de espías (Verbum, 2016), en la que Mario Paredes y Javier Puig se reencuentran dos décadas después y juntos vuelven a verse envueltos en una peligrosa intriga política.
En esta ocasión, todo comienza con el asesinato de una joven rusa en Estocolmo: “No debía tener más de veintiocho años. Rubia y esbelta, podría haber pasado por la típica sueca de no ser por los pómulos de eslava y sus intranquilos y negros ojos de latina”. Y he aquí, en estos dos rasgos físicos —pómulos de eslava y negros ojos de latina— donde aparece la conexión Rusia-Cuba que sustenta la trama. En realidad, la joven no era una prostituta de Europa del Este muerta por una sobredosis, como lo reportó la prensa cuando apareció su cadáver, sino Arina Alvarovna, hija de Álvaro Espinosa, un coronel cubano dispuesto a vender información secreta a cambio de asilo político.
Es a partir de esta escena que la novela arranca en toda su complejidad argumental. En cada una de sus cuatro partes (La chica del Chat, Operación Aurora, El regreso y La huida), López Guerra narra la historia a través de los personajes que va introduciendo.
Gunnar Jansson, Comisario de la Policía Criminal de Estocolmo, empeñado en descubrir al asesino de Arina; Volodia Gólubev, antiguo oficial de la KGB, ahora envuelto en el tráfico de armas; Yisell, hija del coronel Espinosa, y que pretende escapar de la isla casándose con un español; José María Aranda, un empresario malagueño que hace negocios sucios con Cuba; David Y. Warren, jefe del Grupo de Análisis del Centro de Información de la CIA; el general Alejandro Rolón, jefe de la inteligencia cubana que trata de capturar al coronel Espinosa; Hee-Young, una espía norcoreana y Orazal, un agente de la contrainteligencia militar cubana que no es lo que parece. Y claro, Javier Puig y Mario Paredes, quienes tratan de exfiltrar al coronel Álvaro Espinosa antes de que sea capturado por la Seguridad del Estado cubana y poder acceder a la valiosa información que éste posee.
Triangulo de espías es una estupenda novela de espionaje. No encuentro una mejor manera de describirla. Está escrita con meticulosidad de artesano y en su trama, a pesar de que se abordan temas complejos como la venta ilegal de armas a países terroristas, no hay cabos sueltos. Al final, gracias a un inesperado twist argumental, todas las piezas caen en su sitio. Y todo en el marco de una trama en la que se ven envueltos los servicios de inteligencia de Cuba, Corea del Norte y Estados Unidos. Con esta novela, Humberto López ha vuelto a demostrar, como lo hizo en El traidor de Praga, que los espías no tienen que surgir del frío. Pueden venir desde el calor del trópico. En realidad, ya lo están haciendo. Después de todo, están a solo noventa millas de nosotros.
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